Una historia de caridad ordinaria. Don Andrea, las personas trans y la ayuda del Papa Francisco
Diálogo por Katya Parente con Don Andrea Conocchia, párroco de Torvaianica (Roma)
Una historia de caridad ordinaria, que es llegar a los titulares y que tuvo como protagonistas a párroco de Torvaianica Don Andrea Conocchia y la comunidad de prostitutas transexuales, una veintena, que trabajan en las afueras de Roma. Hemos dicho caridad ordinaria, porque el mensaje evangélico tiene como valor supremo el amor hacia los demás, hacia los pequeños y los pobres, quienes mejor encarnan a Cristo sufriente. Un gesto corriente según Don Andrea, quien nos concedió unos minutos para una charla informal.
No eres el único que ayuda a tu comunidad durante este momento delicado. Entonces, ¿por qué cree que su historia llegó a los titulares?
Creo que más que mi historia, lo que ha saltado a los titulares es el interés y la ayuda concreta del Papa Francisco, a través de su limosna, por aquellos a quienes siempre ha definido como los últimos, los descartados. Un interés que siempre ha estado presente, pero que quizás nunca se había hecho tan público. Un interés para algunas personas a las que quizás señalamos y juzgamos con demasiada facilidad, hasta el punto de que les quita el valor de incluso llamar.
¿Por qué preguntarle al Papa entre todos?
Habiendo sido siempre párroco en zonas periféricas y al no tener la posibilidad, a través de la Comunidad, de ofrecer ayuda a tantas personas y familias que acudían a la parroquia en busca de ayuda, siempre he recurrido al Papa. Entiendo realmente a la Iglesia. como una familia numerosa, en la que siempre estamos dispuestos a recibir a un invitado y añadirle un lugar en la mesa.
Ésta es también la belleza de la Iglesia entendida como un cuerpo que tiene muchos miembros. No todos somos cabezas, no todos somos piernas, no todos somos brazos, pero sabemos que podemos pedirnos ayuda para estar ahí, para llegar, para ofrecer ayuda a quienes quien lo necesita.
¿Crees que tu idea también puede ser adoptada por otros?
¿Qué idea? No es una idea, es simplemente vivir concretamente el Evangelio, salir, buscar, encontrar, acoger, escuchar. Partiendo de la persona, de su valor, de su historia muy personal, que ninguno de nosotros tiene derecho a juzgar, pero que es importante comprender, hacer nuestra para ofrecer un oído atento y, si es necesario, una ayuda concreta. , vinculado a las necesidades reales de aquellos que se dirigen a nosotros.
Escuchar al otro para comprenderlo a él y sus vivencias, a ella y sus necesidades, escuchar no para dar respuestas, sino para ofrecerle preguntas que ayuden en la búsqueda de sentido. Me llamó mucho la atención la resonancia que tuvo este gesto mío, que para mí era absolutamente normal.
Ayudar al hambriento, vestir al desnudo, ciertamente no son mis palabras, ¡pero habiéndolas puesto en práctica logré captar la atención general! Quizás podamos preguntarnos ¿por qué? ¿Quizás podamos cambiar actitudes y formas de hacer las cosas?
Este tiempo dramático es, en otros sentidos, un tiempo de Gracia... ¿Qué le gustaría decir, al final de esta entrevista, a nuestros lectores?
No desperdiciar, sino aprovechar esta oportunidad, que nos ofrece la posibilidad de volver a lo esencial, de descubrir lo que realmente es importante para nosotros. A mirar cuáles pueden ser nuestras prioridades, nuestros miedos, para acogerlos y cuidarlos. Para preguntarnos: ¿a qué estoy llamado? ¿Cuál es realmente el plan de Dios para mí?
Pero sobre todo confiar en nosotros mismos, en nuestras intuiciones, estar abiertos a lo nuevo y a lo diferente, que quizás dé un poco de miedo, pero que nos permite ir más allá, encontrarnos, conocernos. Encomendarnos a Dios que nos ama con locura y que nos ha hecho maravillas, para ser felices y hacer realidad verdaderamente nuestros sueños, persiguiéndolos y encontrando caminos concretos para hacerlos posibles aquí y ahora, ahora, para hacerlos realidad.
Ciertamente no siempre es fácil y podemos encontrar obstáculos, pero lo importante es creer en ello y seguir actuando tanto como podamos, en la medida de nuestras posibilidades, aceptando también todas nuestras fragilidades.
Dios no quiso que fuéramos invencibles y perfectos, porque de lo contrario no nos habría creado así; al contrario, ama con locura nuestro ser frágil e imperfecto, ¡pero siempre en movimiento! Es haciendo lo posible que luego nos encontramos haciendo lo imposible... ¡¡¡Que Dios los bendiga a todos!!!
No es necesario ser especial para marcar la diferencia, parece decirnos Don Andrea. Escuchar y amar hacen milagros. Basta tener los ojos abiertos y un poco de buena voluntad, como se recita en la oración eucarística "Señor, danos ojos para ver las necesidades y los sufrimientos de nuestros hermanos...". Hay quienes lo convierten en un programa de vida porque, creyentes o no, todos somos seres humanos.